martes, 18 de junio de 2013

Ave de mí, palabra fugitiva - Pilar Paz Pasamar


PEQUEÑA ANTOLOGÍA DE PILAR PAZ PASAMAR

·      De Mara (1951)

LOS NIÑOS Y EL MAR

Todos iban corriendo. Tamboriles
ligeros, cada pie, sobre la arena.

Aire, espuma, azahar, sobre las sienes,
caricias de la mar, carnes morenas.

Todos iban corriendo menos uno
que quería abrazarse a la marea.
Todos iban corriendo por el aire
casi, de tanto contemplar las velas
y las altas gaviotas –blanquecinos
presagios de la playa−.
      El mar se queja
en su ruidoso abandonarse tanto,
en su ansiedad de renovar sin treguas.

Todos iban corriendo, menos uno…

La tarde ya ha soltado su melena
de sales y de vientos débilmente,
con el último sol, pálida y ciega.

Yo lo vi con los brazos extendidos,
pretendiendo abrazarse a la marea
en un juego infantil y desbordante…

Locos y palpitantes,
los otros van corriendo por la arena.

                             Mara (1951)
Sorolla


INSTINTO

Llega el mundo a mi pecho tan lentamente que
ni siquiera lo siento. Mi boca una mordaza
de vientos aprisiona. Intensamente suben
las llamas a mi pecho, de una viva fogata.

Todo entra por los ojos: otros ojos, las manos
de otros. Se me enciende mi mirar con miradas
de otros ojos iguales, que desean lo mismo,
de otros cuerpos idénticos, de iguales esperanzas.

Pieza soy de esta obra incompleta. Mi cuerpo
ya no sabe situarse, y ni sobra ni encaja
sobre las otras piezas que componen el mundo.

Un resquemor amargo me muerde el pecho. Nada
más triste que este celo al igual que otros celos.
¡Oh, el blanco almendro! ¡Ay, la tierra mojada!

Me estoy sintiendo carne, más carne que agonía…
y sobre el árbol joven los pájaros se aman.

                                      Mara (1951)

Galería Central
www.galeriacentral.com

LOS CUBIERTOS

Con el metal frío y dormido
llegáis a mí todos los días
entre sueño de peces heridos
y chocar de piedras marinas.
Húmeda y mínima presencia
de algas pequeñas, en la orilla
del mantel, donde se renueva
con el dolor de cosas útiles
y vuelo de sombra precisa.

Entre asperezas de pan y vino
vuestro lomo de plata gira
y entre las aguas cotidianas
dejáis la luna derretida.

diariamente, entre la risa
y la palabra familiar

Porque os trato y os acaricio
como pequeñas cosas sumisas,
porque sabéis de la acidez
y la ternura de sus rodillas.
Porque sabéis cómo se nombra
y de la lágrima en la boca,
yo os reconozco entre mis cosas:

                                
                                    Los buenos días (1954)



ANTOLOGÍA PILAR PAZ PASAMAR ONDALUZ CÁDIZ



EL REBELDE


¡A mí la nieve me quema
siendo la nieve tan fría!

¿Que dentro? –Salgo a la calle.
¿Que fuera? –No. ¿Que de día?
−Yo salgo de noche. ¿Que
de noche? Y mi alma se empina
para darse contra el sol
rotundo del mediodía.

No, si me tienden las manos
las quitaré de las mías.
Si ponen entre barandas
mi regresada alegría
romperé los barandales
y los lazos en seguida.

Ni tú ni el otro. Ni tuya
ni de nosotros. Mi vida
un no contra todo y siempre
no, así no, como una fría
espada de pesadumbre
contra márgenes y guías.

¿Que los demás?
                            Los demás
podrán, pero yo no. Mira:
es preferible quedarse
seco como la ceniza.
No, a mí no. Descalzo y limpio
mi corazón no se agría,
pájaro neutral de marzo
vivo como el todavía.

Mi pie, mi mano. La mía…
¡A mí la nieve me quema
siendo la nieve tan fría!

                        Los buenos días (1954)

Tell Magazine - El rebelde Basquiat
CAPRICHO

Quisiera ver por dentro de la vida.
Volverla del revés y ver lo que contiene,
sacudirla en la orilla de un mar desconocido
para ver lo que suelta.

¡Qué de seres secretos, cosas desperdigadas,
algas, lágrimas, todo lo que se rompe y pierde!
Y, acaso, aquella última esperanza que vino
y luego me olvidé de su sitio y su nombre.

La vida del revés, por dentro, quizá sea
mucho mejor con sus entrañas descuidadas,
con sus sombras espesas y sus huecos enormes
y las verdes raíces del eco y de los árboles.

Como un tapiz, veremos sus puntadas inversas,
las huellas que dejaron los vivos y los muertos;
los poemas perdidos, los versos murmurados,
lo que apenas dijimos.

Acaso un beso visto del revés sea una lágrima
y una mano extendida derramase un deseo.
(Los amantes podrán reconocer sus sueños
porque el amor se viste de blanco al extinguirse.)

Quisiera ver por dentro de la vida, irme sola
removiendo su arena con mis pies espantados,
con mi presencia odiosa
para una vida echada de bruces en la nada.
Hasta que consiguiera palpar con estas manos
mi corazón abierto, del revés, como el mundo.

                        Los buenos días (1954)




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