Una mujer da de comer a gaviotas y palomas en la playa de La Victoria, Cádiz.
TÚ, MI BLANCA GAVIOTA DEL DESPUÉS
A Ignacio Rivera Podestá
En mi azotea, como cada mayo,
compiten los geráneos con los vientos.
La pequeñez del cardo en el parterre
se yergue dura, efímera.
Entre la ropa que se orea
se deshacen los mitos ancestrales,
ventoleras de sur o de poniente
combaten en el ring, entre cordeles,
la libre lucha de los vientos cálidos.
A ti me asomo, Cádiz, derrocada
la confederacion de aves marinas.
Sólo te cruzo ya con la mirada,
sin vuelos te persigo y te conozco.
Sé que eres mi final, donde antepongo
esta inutilidad, toda esta prisa.
Tu luz, será la luz que me persiga...
¡Tú, mi blanca gaviota del después!
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Pilar Paz Pasamar, “Tú, mi blanca gaviota del después”,
La torre de Babel y otros asuntos, Cádiz, Colección Torre Tavira, 1982, pág. 83
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