Si fiel he sido, a nada como a ti, vieja historia
reconocible. A nadie,
espesa ola que arrastra, como al espejo vivo
del tiempo. Común claustro.
Familia de lugares del corazón. Oscura
madriguera. Cipreses de Guarnidos. Con torres
priápicas al virgen espectáculo, al aire
que el majuelo traía desde el perfume.
Cómo
deshabitarte, tiempo, de tu historia. Ser arte
de disección del músculo canoro. Hasta encontrar,
animal fiero, cruel depredador, sin furia
tus molares. Sin odio
la roja maquinaria del maxilar.
A nada
he sido fiel, ventura cegadora del iris,
como a ti, larga calle del tiempo. Veracruz
sobre un magma que nadie vio. Con rejas, autillos
que cruzaban los pechos y eran garfios. Colores
locos del mar, tiñendo la muralla. Y el agrio
gesto del muelle, herido por una sal violenta
que la luz satinaba con desdén.
Mas, quién vive,
no en la sombra, este reino
magnífico. Quién, Cronos, deidad no confesable,
asistir así puede sin renunciar. Pues, cuerpo,
deshice en ti ese frágil cristal que el miedo quiebra.
La corteza visible que doras del enfermo
permanecer. La máscara rebelde que la arruga
modela.
Cómo, tiempo, traer hasta las manos
aquello pervertido. Veletas que temblaban
al paso migratorio de las aves, la orilla
que fue la mocedad. Cómo hacer vida el viento
del pasado, cubrir con un desnudo zonas
vestidas de dolor.
Y cómo asir tu rito,
violenta disciplina del tiempo. Hoy que soy fuente
que habla. Agua que asume su caz. Mirlo en tus fauces.
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Ángel García López, Elegía en Astaroth (1973), nº II, en Obra poética, Ed. Felipe Benítez Reyes, Cádiz, Diputación Provincial, 2009, vol. I, págs. 183-184.
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