domingo, 27 de febrero de 2011

GATO FRÍAS en la Galería Benot

Gato Frías, Ensoñación II, 2010

DÍAZ DE VIVAR, VIVA Y VIVIFICANTE
La pintura de Susana Díaz de Vivar, Gato Frías, tiene siete vidas. Están sus vivos colores, que saltan a la vista, y su ronroneo de felicidad ensoñadora, y a la vez la agilidad de su técnica, y las suaves superficies vivificadas hasta la más mínima expresión y hasta el último centímetro cuadrado de la tela, y una mirada chispeante sobre la superficie de un mundo incesante. Nada de esto, tan admirable, nos sorprende en una de las más consideradas pintoras naïf.
Otra cosa son las batallas en las que se enzarza. En principio, un asunto sorprendente en este estilo, y aún nos sorprende más cuando no disuenan dentro de su obra. No les quita Gato Frías hierro, qué va. Son épicas, incluso; y no con una épica de clics de Famobil, que ya sería mucho, porque la épica de la infancia de aquellos muñecos era de alto voltaje emocional y hondas raíces antropológicas, naturalmente. Es una épica mística, porque todas las batallas están vistas, y esto se ve enseguida, desde muy arriba y con mucho amor. Con un amor que comprende a ambos bandos contendientes. Esto es algo muy serio y lo que trae a nuestra memoria La rendición de Breda. Fíjense cómo Gato frías no toma partido. No lo toma, no por indiferencia, sino por un amor general, que cae sobre todos, como la luz.
La verdad última de la pintura de Susana Díaz de Vivar es tan grande que todo lo comprende, en ambos sentidos del verbo. Y apenas hace diferencias entre un paisaje paradisiaco, como de un Bosco antes de morder la manzana, y una batalla campal. Aunque más exactamente no estamos en un paraíso bajo la amenaza de ninguna manzana. En esta pintura, ya estamos todos salvados. Eso es lo que celebra siempre, pase lo que pase.
El epítome perfecto de esta exposición sería, por tanto, el cuadro “Gracias, Dios”. Qué estallido rosa ante la niña que descorre la vegetación como el telón de una obra increíble: la realidad. Esa niña es la pintora y ahora somos nosotros, que la vemos y vemos lo que ve. Gracias también a ti, Gato frías.

Enrique García Maiquez

No hay comentarios:

Publicar un comentario