martes, 5 de abril de 2011

LA CIUDAD DESPOBLADA, por Francisco Bejarano

Arcos de la Plaza del Arenal, Jerez de la Fra.


LA CIUDAD DESPOBLADA

Esta ciudad vacía a medianoche
y blanca a pesar suyo, y esta casa,
sola y blanca también, se desmoronan.
Así yo. Y es costumbre. Cada paso
del exterior confirma mi creencia;
cada rumor externo es una gota
de soledad o el golpe de una puerta
por el viento batida, otra llamada
dentro del corazón. Uno quisiera
que de verdad el viento fuera alguien,
porque es esa la fe y así el deseo:
pero sólo es el aire y permanece.

Hecho estoy a vivir entre las ruinas
de esta ciudad. No tengo escapatoria.
Uno sale a la calle y no comprende
la utilidad de su blancura, el eco
de la esquina o la luz en las paredes.
Una enorme ciudad para mí solo
ha sido construida y pienso a veces
si no seré una calle o una piedra,
algún trozo de mármol o ese árbol
que el levante atormenta conmoviéndolo.

La soledad incendia los tejados.

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            Francisco Bejarano (Jerez de la Fra., Cádiz, 1945), “La ciudad despoblada”, Recinto murado (1981)

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